miércoles, 12 de noviembre de 2008
Para que sepas
Un extrañarte desde los sentidos, pero un extrañarte como una especie de dolor, extrañarte es en este caso tener la sensación de haber sido un poco displicente con tu amor, con tu entrega, de haber sido escasamente recíproco.
Te escribo por primera vez y no sé si lees blogs, no creo, más bien tiendo a creer que no, pero en esta bitácora íntima no quería dejar pasar el momento para insistir con mi amor eterno, creciente ya irreversible y visceral que te tendré siempre, que te tuve, estoy seguro, y quizás no supe.
Pero pasa, tenés que saberlo, que ahora, recién ahora entiendo algunas cosas que antes no entendía.
Ocurre, al fin después de tanto, que puedo reconocer sin reaccionar los fuegos que me alientan, el calor amoroso que anida en mí.
Algunas sustancias ígneas que me hacen el que termino siendo.
Para vos, por vos y desde vos algo de lo que pueda ser en mí, será.
martes, 4 de noviembre de 2008
Algo me pasa

Aviso: se me viene acentuando una intolerancia marcada a las afirmaciones ligeras, a los razonamientos simplistas, a las lecturas sesgadas, a la fenomenología doméstica venida a interpretación aguda de la actualidad.
Alteraciones súbitas del flujo sanguíneo, malestar en el centro del estómago, irreflenable elevación del tono de voz e intensos apretones de ambos maxilares entre sí se me vienen manifestando reiteradamente ante comentarios afirmativos cargados de conciente desconsideración por los matices, ante justificaciones miserabilistas que intentan comprender y defender actos ajenos y sobre todo propios de naturaleza bochornosa, decadente o pusilánime.
Síntomas similares me vienen ante gestos despreocupados, menosprecios varios, glorificaciones de lo abominable, ventajeos subrepticios y desleales, intrigas mendaces, victimizaciones chantajistas, autoadulaciones patéticas, pérdida irrefrenable de la estética y el respeto. Y qué decir cuando me enfrento con el cinismo patoteril de cualquier pelagatos con designación oficial, o con la avaricia ramplona de cualquiera con dos mangosa su alcance, o con el "poronga" de piel teñida a 220 y, ahí no se que me pone peor, su círculo de soba medias ataviados con combinaciones imposibles.
Tengo que dar cuenta rápidamente de estos síntomas, algo me pasa, estas dolencias tarde o temprano terminarán alejándome del mundo o éste me excluirá a algún rincón inhóspito.
lunes, 26 de mayo de 2008
De la patria de los sueños

Cómo recupero esos sueños? Esa es la pregunta. Esos callejones temerarios en los que me encontré intentando escapar del ataque de sujetos extraños de los cuales uno me acechaba fumando en pipa, otro se deslizaba desde un techo por un árbol seco mientras yo alertaba a mi primo que huyera con la cámara de video.
Qué produjo en mí la imagen de un líder de lo otro como de dos metros y un poco más con una cara desfigurada, una especie de Depredador un poco más humanoide que evidenciaba un poder superador e intentaba hablar por una boca sanguinolienta y deforme?
O esa gorda vestida con un sensual camisón de tul lila y cabellos anaranjados brillantes los cuales se cepilla sensualmente mientras me mira a traves de una cortina de caireles?
O esos espacios inverosímiles en los que se amontonan camas, mi abuela, la esposa de un amigo escribiendo un ensayo a lo lejos y yo deambulando perdido?
Sueño. Que hermosa actividad. Que despliegue de significados ocultos. Sufro, padezco, gozo, deambulo, alucino. Algo me queda de esa galería de desvaríos impredecibles, trato de no perderlo aunque quizás sea esa la naturaleza más intrìnseca de las secuencias que producimos mientras dormimos, la de lo efímero, lo pasajero, lo inasible. El sueño en su dimensión más fantástica y frágil, ese es el que nunca podré recuperar, sin embargo de la emergencia insólita de escenas grotescas o abominables creo que algo queda impreso en algún lado. Algo me traigo de esa patria de miedos y juegos, de evocaciones, obsesiones, desfiguraciones y alusiones macabras. Me parece que de los sueños, la tierra del sinsentido también se alimenta nuestro espíritu.
sábado, 17 de mayo de 2008
Una alegría inesperada

Voy a escribir en tercera persona, pensó. Es un buen recurso para ejercitar el distanciamiento respecto del padecimiento propio, siguió convenciéndose.
Estaba en el medio del armado de esas estrategias más bien débiles y desesperadas que firmes y racionales cuando le empezó a subir una especie de bienestar inesperado, injustificado. Así, repentinamente, las cosas le empezaron a parecer que andaban bien. En lo personal ese tipo de emociones me suelen asomar luego de un buen café con leche a la mañana, cuando el sol inunda la calle por la que vuelvo del bar a mi casa. Sí, estoy casi seguro de que fue una sensación como esa, pero mientras yo puedo llegar a inferir que le debo esa alegría serena y optimista a los efectos de la cafeína en combinación con el aire matinal, él, en un primer momento no tuvo objeto en el cual ubicar la causa de su estado. Y puedo asegurar que su naturaleza es tan o más racional que la mía, y digo racional aludiendo a esa actitud de tratar siempre de establecer una lógica precisa de los hechos, de poder situar las causalidades de un modo visible y demostrable, objetivo digamos. Es decir que no se trata de alguien dado a las efusividades fáciles, a la emoción espontánea. Su conciencia suele mantener cierto control de las situaciones, lo cual no le impide entregarse intensamente a los vaivenes de su estado de ánimo, lo cual, de todas maneras, siempre ocurre dentro de una considerable visibilidad de sus móviles y circunstancias.
Este no era el caso. Una alegría inesperada y carente de todo móvil crecía sin pausa. Quizás porque no pudo lidiar con un fenómeno interno al cual no pudiera adjudicarle una lógica fue que comenzó a sospechar que de alguna manera su complejo aparato perceptivo estaba registrando un fenómeno que le provocaba ese intenso estado de bienestar. Y, siguiendo esa línea de reflexión, comenzó a entender que se sentía así porque le estaba llegando el registro de ella que a su vez estaba pensando en él. Si, así es, como deduciendo un enigma matemático o un problema de ingenio pensó: esto que siento me lo produce que ella esté pensando en mi, es más, me está extrañando, siento que en estos momentos estoy en su mente, mi imagen está en su cabeza y como un reflejo, como si hubiera una interacción entre las evocaciones y los estados de ánimo, ella recordándome, reconstruyéndome en su mente produce un efecto enfervorizante en mí, renazco, revivo, recompongo mi ánimo. Le resultó convincente su explicación, consideró que su estado era la prueba fehaciente de tales hipótesis. Su lectura se le volvió verosímil, es más, se dijo desafiante, debía permitirse pensar de un modo positivo con pruebas a la vista. Por una vez debía confiar en que sus percepciones, que esta vez imaginaban una realidad amable, favorable, también podían ser acertadas, cosa que solo acostumbraba a hacer cuando estas prefiguraban escenarios de catástrofe, rupturas, el fin de la pasión en ella y cosas de ese estilo.
Ese estado, como si hubiera sido una droga, duró en sí algo más de una hora, se fue diluyendo, sin que él dejara de pensar que efectivamente ella lo recordaba. Continuó en él cierta aurea de positividad durante casi todo el día. Yo, honestamente, no sé si creerle, pienso más bien que a veces la desesperanza puede convertirse en una sensación agradable no importa lo intrincado del proceso que la lleve a ese puerto.
jueves, 8 de mayo de 2008
miércoles, 7 de mayo de 2008
domingo, 4 de mayo de 2008
Un momento feliz
Un momento pleno, un instante colmado de amor. Acá lo dejo. Capturado con precisión.
Es simple, básico, amoroso. En ese instante sin dudas soy feliz, ese instante es la felicidad.
Es frágil, fugaz, extremadamente finito.
Pero es, tiene su imagen, tiene su luz, sus sonidos, sus pausas.
Ella, mi hija lee, sentada en la cama se sumerge en las aventuras del hijo de un Dios que realiza proezas a favor de un tirano. Y yo simplemente la peino. Me detengo encantado en ordenar sus cabellos todavía húmedos y perfumados.
El cepillo va abriendo surcos en las marañas enredadas de su melena castaña.
De a poco, pacientemente reorganizo ese caos capilar que se armó cubierto por un toallón después del baño.
Sentado, mientras lee me dedico a su cabello y a la vez me encuentro y encuentro un lugar, por un instante al menos, encuntro un lugar en el mundo, amoroso, tierno y frágil a la vez.
Sentado, mientras ella lee, trazando senderos cepillo en mano soy feliz, momentáneamente si, pero intesa y plenamente feliz.
sábado, 3 de mayo de 2008
Ese que me mira

Bueno puede ser y quizás sea ese su sentido en realidad, un estallido de manifestaciones, un nuevo cosmos de expresión. La ruptura irremediable de toda jerarquía discursiva, de toda referencia, y entonces pienso, ante las reacciones airadas ante tanta exposición banal pero de tamaña accesibilidad que mejor se puede hacer que aprovechar y producir.
Yo trato de hacerlo y dejo aquí en esta ventana que mira mis huecos, posados, adheridos, mis temores. Subo a la web fragmentos sin orden ni lógica y las cargo en un espacio que me espera todo el tiempo que yo quiera. Esta vez y para afianzar la naturaleza evocatoria viene un yo de muy atrás.
Me mira, ese que era me mira. Si, no se confundan detrás de ese enorme par de cristales sostenidos por un mastodóntico armazón se encuentra un yo, por esas cosas de la identidad, la memoria y otras estrategias discursivas que nos sostienen, ese yo soy yo hace tiempo. Estrávico, ya desde entonces, quiere interrogarme con ojos descontrolados, desparejos.
Ese que era toma la comunión. Sus padres lo vistieron con orgullo y peinaron con gomina. Y, creo, él no tiene muy en claro que hace ahí más que cumplir con la puesta en escena completa que asegura que una familia de clase media incorpore definitivamente a su primogénito al reino de un Señor que una década atrás aseguraban que no existía (si algo destaca el cuidado y esmero familiar yo diría que es la precisa solapa del saco). Observo, enmudecido por una sutil congoja mezcla de nostalgia y pena, la piel de ese niño desorientado, es la misma, creo, que toco en este momento, pero esa aún tiene la tersura infantil, esta ya perdió a costa de miles de brisas, sopapos, lluvias, miradas esquivas y soles esa delicada consistencia, aún así la de hoy recubre mejor mis propios anhelos, alberga y contiene con mayor eficacia, deseos y angustias de las que me siento con una soberanía que esa criatura, sé de lo que hablo, no tenía. Algo he ganado en este tiempo y se lo dedico en gran parte a ese intrigado y anteojudo infante.
Bien, me he exhibido en un doble sentido, pretérito y actual y no me siento vacío, me siento un poco mejor.
miércoles, 30 de abril de 2008
Lo que queda de vos

Qué itinerario tan impensado, que lugar tan diferente al que alguna vez imaginé, que relación tan extraña persiste con tu imagen.
Es como si el dolor más intenso y más soportable a la vez se hubiera contorneado en tu rostro, como si cada uno de los recuerdos que puedo evocar de ese tiempo en que estuvimos juntos sea como una especie de gran compendio del dolor, del sufrimiento y el padecimiento.
Que extraño me resulta de repente que solo pueda evocarte para sufrir, para poner un manto de pena en mi alma.
Que extraño periplo ha tenido esa experiencia que viví con vos.
Es como si tuviera la memoria del sufrimiento y el dolor anclada en tu imagen, en el recuerdo de tantas noches anhelando un gesto una palabra una presencia un afecto
Nunca me había pasado algo así, creo, al menos nunca había podido identificar tan precisamente una experiencia semejante.
Te juro que no hay casi dejos de rencor en todo esto, no hay reproches. Para nada. Me es propio, lo atesoro, es como una especie de albergue dulce y húmedo. Ya tiene un tiempo largo y es ese espacio en el que ciertas melodías me conectan con una pena que se aloja en mi garganta, ya no en mi abdomen pero sí ahí donde uno engendra las palabras.
No quiero verte nunca más, no quiero saber nunca más absolutamente nada de vos pero nunca te olvidaré, nunca dejarás de ser la experiencia del sufrimiento amoroso.
Por ahí otra cosa hubiera podido pasar pero esto yo lo guardo, mi dolor, mi sufrir, mi congoja íntima y espesa, como una miel salvaje que degusto de a bocados lentamente cada tanto.
Nunca más sera otra cosa y eso es en si mismo como el cierre del círculo en el que todo se amalgama en una sola sensación de bruma, niebla y frío, de soledad herida y sufriente que permanece en mí como una intensa y crujiente experiencia inesperada y pasada. Sin culpas, sin condenas, con un destino cerrado. Un dolor que llevaré por siempre como un tesoro de pesares, de llantos y gritos sordos en madrugadas insomnes.
martes, 22 de abril de 2008
Escrito en la espera

Como si fuera un tipeo, la impresión sobre una superficie kilométrica de un texto indescifrable, que se yo, versos que se le ocurren a Él.
Y yo pienso, escribo y pretendo que te guste. Tipeo sobre una superficie digital un texto para vos.
Cerré los ojos, me imaginé que te abrazaba, besaba.
Y pensé no en los largos ratos en que estuvimos así, no en la cantidad de besos que nos engolosinamos en darnos, sino en cada instante en que no lo hice, en cada abrazo que no te dí por, no sé, lavarme los dientes o leer el diario, me reprocho tontamente que quizás esos sean los que me falten ahora y secretamente sé que tampoco hubieran bastado.
Las gotas escriben su texto con fruición, Él se ha empecinado en volcar sus angustias con letras de agua y yo lo copio, no se de que habla Él, yo elegí recordar tu presencia, ahora que no estás, imaginando cuando estés.
(escrito hace un tiempo relativamente próximo y remoto a la vez)
martes, 15 de abril de 2008
una llamada
Mascullaba estas severas reconvenciones contra sí mismo cuando sonó el teléfono, la música sonaba a un volumen importante pero aún así la chicharra del inalámbrico se escuchaba. Atendió.
Su tono pretendió traslucir un estado de ánimo enfático y bien predispuesto con el simple Hola bien entonado. En todo caso y dependiendo de quien fuere habría de discurrir ocurrentemente acerca de sus actitudes decadentes y del espesor de su angustia, al fin y al cabo su tema de conversación preferido era él mismo, y esto que en realidad suele pasarnos a casi todos, él no dejaba de vivirlo tarde o temprano con un dejo de culpa.
Pero lo que no iba a permitir era que un tono demasiado franco de su voz denunciara la espesa niebla que dominaba su espíritu de manera espontánea ante cualquiera. Por respeto, por temor, por vanidad, por pudor, por todo esto o por otras razones que una mente más especulativa e ingeniosa podría llegar a dilucidar, lo cierto es que él tenía muchos reparos en mostrarse triste, frágil, en actitud de derrota y angustia ante los demás.
Del otro lado del teléfono no llegó a escucharse que una voz respondiera. Bajó un poco la música y volvió a repetir el hola pero con un tono decididamente más interrogativo. En los silencios que se produjeron entre el primer y el segundo hola y aún más luego del último tuvo la certeza de que alguien escuchaba del otro lado, no porque se oyera una respiración muy profunda más apropiada para una historia de terror (cosa que esto no es) sino porque hay un sentido que se activa en esas oportunidades y que determina que sin oírlo uno sabe que del otro lado hay alguien. Con esa convicción estaba a punto de volver a decir hola cuando quien llamaba cortó.
Él, cortó también. Se quedó pensando, tratando de decodificar ese acto estrictamente mudo. Estaba claro que no había sido una llamada equivocada, si eso hubiera ocurrido al menos hubiera dicho un nombre, o un perdón me equivoqué. Suponía varias posibilidades pero obviamente prefería que hubiera sido alguien en particular. Pensó que si fuera quien él imaginaba o deseaba implicaría una demostración de vigencia que ya descartaba para ese entonces y motivaba buena parte de su angustia presente. Todas estas cavilaciones lo habían animado, no diría que estaba exultante pero la llamada, como una brisa amable había barrido esa bruma que enturbiaba su ánimo. Se sirvió una copa más de vino mientras esbozaba una leve sonrisa de satisfacción. Se sintió presente en alguien, se sintió desafiante para alguien que a esa hora se animaba a llamar pero no a hablar. Le volvió una perspectiva y ya las cosas se veían distintas. Cambió la música y en ese claro que le queda a su departamento se puso a bailar como le gusta a él, solo y medio borracho.
Sin dudas ciertos estados internos muy densos, casi intolerables e impiadosos pueden cambiar momentáneamente y a causa de detalles muy pequeños.
lunes, 7 de abril de 2008
Lista de Arquetipos

Niño mágico: es la parte tuya que juega, inventa, explora y se cree las cosas.
Niño vulnerable: Es la parte tuya que llora, es lastimada fácilmente y necesita protección
Niño atemorizado: es la parte tuya que tiene miedo.
Niño travieso: es la parte tuya que le gusta hacer bromas y armar lío.
Niño testarudo: la parte tuya que es malcriada y testaruda, que tiene una idea con respecto a las cosas y quiere salirse con la suya siempre. Las cosas deben hacerse a su manera.
El Buen Hijo: le importan lo que piensan sus papas y lo único que le preocupa es hacerlos felices.
El Buen Padre: es la parte nuestra que se ocupa bien de sus hijos.
El Mal Padre: es la parte tuya que le gusta sancionar y castigar a los chicos y se siente recto y correcto por ello.
El controlador: es la parte controladora y rígida y controla todo para que no hagas nada en contra de tu familia y de las reglas de comportamiento establecidas por la sociedad.
El Pujante: (pusher): Es la parte que te mantiene ocupado trabajando o funcionando sin parar. Es el que empuja.
El Perfeccionista: el que busca la perfección en todas las cosas que hace.
El Crítico: el que esta criticando constantemente todo lo que hacés. Y lo que no hacés y que esta siempre lista para señalar las cosas que son inadecuadas, los fracasos, y muchas veces hace esto a partir de compararte con otra gente.
(Extraído del libro El Corazón del Actor)
condena de mi mismo
por mí mismo, el peor de todos
voy a condenarme a ser ningún otro
a quedarme en aprontes
voy a sufrir el peor de las castigos que me puedo infringir
repetirme en esta torpeza vanidosa y obvia
hundirme en el lodo más espeso de mi mediocridad
impedirme implacablemente toda naturalidad
se que lo merezco y no puedo negarlo
sé lo que acumulo en miserias y desganos
lo que amontono de flaquezas y perezas
se bien de montones de ratos, de horas vanas
que en mi cuerpo he juntado.
Estoy severamente castigado
he tenido que de alguna forma tomarme revancha contra
esta andanada de minúsculas obsesiones sin forma
esta prioridad del miedo y la pereza.
Desde ahora todo será tareas recreativa
lo demás está acabado
la sentencia es irreversible y sin atenuantes
Rutinas, horarios, vulgaridad, vino barato
alergia, previsibilidad, obviedad, desgano
El menú me espera, cargado de rutinas
y en todos lados estoy, con mi imposibilidad
con mi errar siempre dispuesto.
Los motivos no hacen falta declararlos,
si hiciera falta destacar alguno de entre tantos
entre la autocompasión, la pretensión, la ambigüedad
el sufrimiento de ella es el que más me importa,
es el que desestima atenuantes y apelaciones.
Porque esos ojo no pueden llorar por mi imbecilidad
porque ese cuerpo no puede sufrir mi desidia
porque si ella sufre se demuestra mi crimen
La condena no excluye la perdurabilidad del orgullo
un orgullo miserable y rastrero
que me ronda como ave carroñera
Estoy castigado y el perdón me ha sido negado
He sido yo mismo el que ha tomado la decisión
e instrumento los medios para hacer de mis males
de mi herrumbre,
mi vagar sin rumbo
para hacer de esta galería de infamias menores y abyectas
mi ámbito carcelario
no permitiré la fuga,
me aseguraré que día tras día me enfrente
a mi propia banalidad, a mi propia insolencia y despropósito,
deberé día tras día andar sin concretar
pensar violentamente
argumentar desde un lugar de soberbia
Desde mi miserabilidad la sentencia me obliga a la altanería
a la búsqueda sin objeto, a la perdida silenciosa y permanente.
Estoy castigado.
miércoles, 26 de marzo de 2008
¡¡¡¡ATENTI!!!!!

Viene otra vez. La marea politizante. La fiebre nostálgica por una vana y perimida dialéctica.
Debo luchar contra la propia tentación de sumergirme en esas aguas lodosas en franco estado de pudrición.
No puedo evitarlo. Me inmiscuyo, recibo estímulos en diversas formas y no puedo sustraerme.
Debo encontrar la palabra correcta, sobre todo sostener el silencio.
El momento de la irritación, de la exacerbación, de la crispación nunca ha obtenido lo mejor de mí.
No me voy a dejar llevar esta vez por enconos febriles y pretéritos. De eso estoy seguro, ya vi varias películas de este estilo, y uno que otro papel de extra jugué en alguna.
Mucho menos me voy a embanderar con esta manga de delincuentes sin pudor ni vergüenza.
Golpistas? Puede ser. Dejalos.
Realmente queremos entrar en la batalla frontal?
Y adónde puede terminar? Alguien tiene al menos una hoja de ruta? Quién maneja el bondi?
Estos muchachos?
Ay! Como nos gusta la urgencia en este país! Nos subyuga el instante, que todo ocurra en una ráfaga, que todo se vuelva claro y absoluto.
Cuanto desprecio por la complejidad, cuanta aversión a la transformación esforzada y laboriosa.
Qué facilidad para evitar la reflexión.
Simplemente voy a dejar sentada mi incertidumbre, mi desconfianza y mi abstinencia.
Nunca me costó entrar en acción.
lunes, 24 de marzo de 2008
devenir
Hace días que padezco una angustia insomne
Hace días que perdí la cuenta
Hace días y noches que apagado vago entre escombros
Hace días y tardes y noches sin temple ni espíritu
Hace una caterva de restos sin dueño donde me acumulo
o me abandono...más bien.
Hace frío... y hambre... y sueño
sábado, 15 de marzo de 2008
En este preciso momento
Cuánta gente está muriendo? Cuánta gente está naciendo?
Cuántos hombres están teniendo un orgasmo?
Cuántas mujeres están gozando?
Cuántas madres estan dando su leche?
Cuántos engaños se están consumando?
Cuántas traiciones estan ocurriendo?
Quiénes están llorando? Quiénes están creyendo?
Cuántos están chocando? Cuántos se estan dando cuenta?
Cuántas fichas estan cayendo en cuántas cabezas?
Cuántos hay que no pueden dejar de necesitar otra cosa que lo que tienen?
Cuántos hay que se duermen al lado de alguien pensando en otro o en otra?
Cuántas balas se están disparando en este ahora más absoluto?
Cómo son las oraciones que se estan orando en este momento? A quien se dirigen las oraciones de los que están orando en este ahora más absoluto?
Cuántos sepelios están teniendo lugar ahora que yo estoy acá en mi casa frente a una pantalla tecleando palabras que me salen de no se donde?
Cuántos padecimientos están teniendo lugar en esa convención inverosímil de lo que llamamos ahora? Cuanto lujo ostentoso está siendo exhibido?
Está explotando alguna bomba en este ahora imposible?
Está resquebrajandose alguna superficie en este preciso momento?
Cuántas seducciones están siendo exitosas mientras yo trato de arreglármelas conmigo mismo?
Están los ríos fluyendo intensamente mientras todos hacemos otra cosa?
En este momento preciso, exacto, múltiple que huella esta quedando de nuestro andar?
sábado, 8 de marzo de 2008
retomando
subte, remise, tren, colectivo, taxi. También anduve en bicicleta.
Sin auto.
Pensé historias. Pensé en ella, en mí, en mí en ella, en cuanto no quiero volver a estar con ella. pensé eso como cincuenta veces por lo menos.
Cuántas veces tengo que pensar que no quiero estar con ella para no tener que volver a pensar en eso?
Cuántas veces tengo que pensar que es mejor que las cosas sean así, que en realidad no me conviene en lo más mínimo alguien como ella, para dejar de pensar que en realidad no me conviene en lo más mínimo alguien como ella?
Me repito esos argumentos, sólidos, fundamentados una cantidad enorme de veces.
Cuando uno reanuda sus argumentos insistentemente, sin que nadie se los pida, sin nadie a quien decírselos, se trata de un ejercicio de la convicción o de una forma diferente de expresar el dolor?
Nos esforzamos por convensernos.
La verdad es justamente eso: el punto más alto al que puede llagar nuestra necesidad de convencernos de algo.
martes, 4 de marzo de 2008
Ese que me mira

Bueno puede ser y quizás sea ese su sentido en realidad, un estallido de manifestaciones, un nuevo cosmos de expresión. La ruptura irremediable de toda jerarquía discursiva, de toda referencia, y entonces pienso, ante las reacciones airadas ante tanta exposición banal pero de tamaña accesibilidad que mejor se puede hacer que aprovechar y producir.
Yo trato de hacerlo y dejo aquí en esta ventana que mira mis huecos, posados, adheridos, mis temores. Subo a la web fragmentos sin orden ni lógica y las cargo en un espacio que me espera todo el tiempo que yo quiera. Esta vez y para afianzar la naturaleza evocatoria viene un yo de muy atrás.
Me mira, ese que era me mira. Si, no se confundan detrás de ese enorme par de cristales sostenidos por un mastodóntico armazón se encuentra un yo, por esas cosas de la identidad, la memoria y otras estrategias discursivas que nos sostienen, ese yo soy yo hace tiempo. Estrávico, ya desde entonces, quiere interrogarme con ojos descontrolados, desparejos.
Ese que era toma la comunión. Sus padres lo vistieron con orgullo y peinaron con gomina. Y, creo, él no tiene muy en claro que hace ahí más que cumplir con la puesta en escena completa que asegura que una familia de clase media incorpore definitivamente a su primogénito al reino de un Señor que una década atrás aseguraban que no existía (si algo destaca el cuidado y esmero familiar yo diría que es la precisa solapa del saco). Observo, enmudecido por una sutil congoja mezcla de nostalgia y pena, la piel de ese niño desorientado, es la misma, creo, que toco en este momento, pero esa aún tiene la tersura infantil, esta ya perdió a costa de miles de brisas, sopapos, lluvias, miradas esquivas y soles esa delicada consistencia, aún así la de hoy recubre mejor mis propios anhelos, alberga y contiene con mayor eficacia, deseos y angustias de las que me siento con una soberanía que esa criatura, sé de lo que hablo, no tenía. Algo he ganado en este tiempo y se lo dedico en gran parte a ese intrigado y anteojudo infante.
Bien, me he exhibido en un doble sentido, pretérito y actual y no me siento vacío, me siento un poco mejor.