
Viene otra vez. La marea politizante. La fiebre nostálgica por una vana y perimida dialéctica.
Debo luchar contra la propia tentación de sumergirme en esas aguas lodosas en franco estado de pudrición.
No puedo evitarlo. Me inmiscuyo, recibo estímulos en diversas formas y no puedo sustraerme.
Debo encontrar la palabra correcta, sobre todo sostener el silencio.
El momento de la irritación, de la exacerbación, de la crispación nunca ha obtenido lo mejor de mí.
No me voy a dejar llevar esta vez por enconos febriles y pretéritos. De eso estoy seguro, ya vi varias películas de este estilo, y uno que otro papel de extra jugué en alguna.
Mucho menos me voy a embanderar con esta manga de delincuentes sin pudor ni vergüenza.
Golpistas? Puede ser. Dejalos.
Realmente queremos entrar en la batalla frontal?
Y adónde puede terminar? Alguien tiene al menos una hoja de ruta? Quién maneja el bondi?
Estos muchachos?
Ay! Como nos gusta la urgencia en este país! Nos subyuga el instante, que todo ocurra en una ráfaga, que todo se vuelva claro y absoluto.
Cuanto desprecio por la complejidad, cuanta aversión a la transformación esforzada y laboriosa.
Qué facilidad para evitar la reflexión.
Simplemente voy a dejar sentada mi incertidumbre, mi desconfianza y mi abstinencia.
Nunca me costó entrar en acción.