Te quise cuando estabas como te quiero ahora? Me ataca esa duda. Te miro en la foto y de repente me viene una intriga. Quiero que ese papel que sos sea un cuerpo y poder abrazarlo, aunque sea por el tiempo mínimo que me deje saciado.
Un extrañarte desde los sentidos, pero un extrañarte como una especie de dolor, extrañarte es en este caso tener la sensación de haber sido un poco displicente con tu amor, con tu entrega, de haber sido escasamente recíproco.
Te escribo por primera vez y no sé si lees blogs, no creo, más bien tiendo a creer que no, pero en esta bitácora íntima no quería dejar pasar el momento para insistir con mi amor eterno, creciente ya irreversible y visceral que te tendré siempre, que te tuve, estoy seguro, y quizás no supe.
Pero pasa, tenés que saberlo, que ahora, recién ahora entiendo algunas cosas que antes no entendía.
Ocurre, al fin después de tanto, que puedo reconocer sin reaccionar los fuegos que me alientan, el calor amoroso que anida en mí.
Algunas sustancias ígneas que me hacen el que termino siendo.
Para vos, por vos y desde vos algo de lo que pueda ser en mí, será.
miércoles, 12 de noviembre de 2008
martes, 4 de noviembre de 2008
Algo me pasa

Aviso: se me viene acentuando una intolerancia marcada a las afirmaciones ligeras, a los razonamientos simplistas, a las lecturas sesgadas, a la fenomenología doméstica venida a interpretación aguda de la actualidad.
Alteraciones súbitas del flujo sanguíneo, malestar en el centro del estómago, irreflenable elevación del tono de voz e intensos apretones de ambos maxilares entre sí se me vienen manifestando reiteradamente ante comentarios afirmativos cargados de conciente desconsideración por los matices, ante justificaciones miserabilistas que intentan comprender y defender actos ajenos y sobre todo propios de naturaleza bochornosa, decadente o pusilánime.
Síntomas similares me vienen ante gestos despreocupados, menosprecios varios, glorificaciones de lo abominable, ventajeos subrepticios y desleales, intrigas mendaces, victimizaciones chantajistas, autoadulaciones patéticas, pérdida irrefrenable de la estética y el respeto. Y qué decir cuando me enfrento con el cinismo patoteril de cualquier pelagatos con designación oficial, o con la avaricia ramplona de cualquiera con dos mangosa su alcance, o con el "poronga" de piel teñida a 220 y, ahí no se que me pone peor, su círculo de soba medias ataviados con combinaciones imposibles.
Tengo que dar cuenta rápidamente de estos síntomas, algo me pasa, estas dolencias tarde o temprano terminarán alejándome del mundo o éste me excluirá a algún rincón inhóspito.
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