sábado, 24 de enero de 2009

Ellos, lo pasado y yo


Lo que voy a decir no tiene el más mínimo rasgo de sarcasmo, quizás se me pueda llegar a notar alguna velada crítica pero sinceramente quiero hacer una mención respetuosa sobre un tipo de conducta que observo en gente que estuvo alguna vez ligada a mí y que sin rencor ni resentimiento alguno quiero señalar principalmente por el hecho de que se trata de un tipo de comportamiento ubicado en, cómo decirlo? en la vereda de enfrente al tipo de conductas que tengoyo.
En líneas generales me refiero a esa absoluta ausencia de valoración que algunos hacen de personas con quienes compartieron momentos intensos del pasado, a ese casi nulo compromiso presente que genera el haber compartido momentos, horas, desvelos, sueños, causas, celebraciones, descontroles, proyectos, desgracias entre otro tipo de emociones y circunstancias. Justamente quiero valorar ese gesto tan ajeno a mí. Tengo la impresión de que en ellos se consolida, o quizás siempre estuvo, una afirmación tipo "a la melancolía ni justicia" o algo así. Se trata de un tipo de principio interno que los lleva hacia adelante casi sin lastre, y eso hoy supone, creo, una indudable cualidad y diría condición imprescindible sino para subsistir seguramente sí para ser "exitoso".
No me molesta en lo más mínimo, es más escribo porque me intriga, me pregunto sino será correcto superar la evocación, la veneración de lo vivido y de aquél con quien ocurrió, al fin y al cabo lo que importa es hoy y lo que viene. La verdad, me cuesta, no puedo dejar de caer en la narración exaltada de sucesos que la memoria privilegia con encanto y rescatar con emoción a esos seres que compartieron conmigo esos momentos, esos que si los encuentro quiero abrazar como para que en el contacto se fusionen las memorias y nos traslademos aunque sea por un instante a aquellas èpocas míticas.
No sé, advierto simplemente que ellos no se comportan como yo, hacen su elección y la respeto, aún más, me pregunto sino debería aprender de ellos a olvidar, a no detenerme en la veneración de otros tiempos y de sus intensas emociones. Reconozco que no puedo hacerlo, siento que perdería una especie de tesoro, al fin y al cabo de buena parte de lo que soy, de lo que mantiene en pie, de lo que constituye mi identidad.
En fin, ustedes, enemigos de los empalagos de la melancolía, tranquilos, si algún día caen en las cuevas del recuerdo y por alguna circusntancia o sustancia deambulan por la memoria sensiblera será con un mínimo esfuerzo que me van a encuntrar para pasar el rato, eso sí antes que nada nos damos un abrazo fraterno.

viernes, 23 de enero de 2009

Excequias del que creí ser


La cosa de la bitácora, esa crónica íntima del recorrido subjetivo.
No está dentro de lo que me interesa aprovechar.
Sin embargo algo de la frecuencia, de teclear y tratar de anudar algunas palabras que expresen me va. Eso es lo que estoy volviendo a hacer.
En última instancia no se trata la mía de una existencia que salga de lo ordinario, que derroche glamour ni excesos de ningún tipo. Algún tiempo sé que se escondía en mi la idea de que era yo un ser con elementos, características excepcionales. Creo que necesitaba creer algo de eso. Hoy tiendo a pensar que esa necesidad ocultaba pobremente una dramática incapacidad de aceptarme, de poderme encontrar, como si alguna vez, en algún momento incial algo se hubiera fracturado en mí y solo se hubiera podido mantener unido a través de la ilusión de considerarme a mi mismo como algo distinguido del resto.
Asisto últimamente a las excequias de buena parte de lo que creí de mí. Se trata de ceremonias austeras, bastante silenciosas y circunspectas. Tienen sus momentos de dolor y algunas lágrimas se dejan caer tras evocaciones melancólicas. Pero en general la despedida de ese que necesitaba creer que era me deja mucho espacio para aprender, ya que soy un tipo común bien puedo predisponerme a mejorar día a día algunas cosas. Por eso la nostalgia no domina este momento, y el encontrar mi dimensión humana, discreta, carnal me produce un desconcierto de arranque doloroso pero finalmente agradable y estimulante.

jueves, 22 de enero de 2009

Hoy

Hoy no soy más que un tránsito, una circulación impredecible.
Hoy no soy ganas fervorosas. Hoy no soy convicciones tajantes.
Hoy soy algo que muta.
Hoy soy repentinamente, de a ratos nada más.
Hoy me recuesto varias veces en un vaho interno, en una conciencia neblinosa, en una pesadez del ánimo.
Hoy va a pasar.
Eso lo sé.