Trato de evitar hablar de lo que detesto o lo que me molesta, me parece que vale mucho más profundizar en mis propias ideas, en mis preocupaciones, en aquello que me promueve reflexiones e intereses genuinos, productivos. Prestar atención a aquellos que me despiertan interrogantes, que me desacomodan, que me generan intriga, perplejidad o admiración.
Sin embargo hay momentos en los que caigo en la indignación, que mi tolerancia hacia lo que me parece berreta me domina. De varias cosas por el estilo me embolan particularmente los tipos que agarran el micrófono o la lapicera o la compu para producir pseudo brillanteces, aparentes lecturas agudas de la realidad, en las que descubren, supuestamente, como en realidad siguen dominando los mismos de antaño pero aportando ahora una nueva retórica que logra decodificar una realidad que es más o menos la misma de siempre.Me repugna ese regodearse en su narcisismo intelectual decadente y obsoleto que no sé siquiera si les deja la conciencia tranquila, pues a esta altura sospecho que hay algo más cínico y mediocre atrás ya que esa producción que empalaga con consideraciones a nobles valores, apelando a figuras y actores sin actualidad, les permite seguir siendo los gerentes o los referentes privilegiados de un auditorio que adora escuchar discursos que parezcan sofisticados pero que no avancen en ningun rumbo nuevo. Se los puede encontrar con cierta facilidad, quizás demasiada, preservan cuidadosamente sus espacios, se aseguran sus recursos muchas veces con prácticas de las que no suelen hablar y mucho menos tomar en cuenta a la hora de "reflexionar". Son tan patéticos y corporativos y es tal el grado de ruptura entre su maniobrar cotidiano y su producción discursiva que llego al punto en que me dan asco y me detengo porque encuentro que definitivamente y por más presencia y aceptación que logren en ciertos espacio no vale la pena detenerse ni un minuto en ellos.
Deambulo entre la bronca y la indiferencia. Para qué nombrarlos? Algo tiene que valer la pena de este rapto de intolerancia. Pienso.
Al leer este tipo de escribas que "hacen que piensan" afirmo que lo que me estimula es escuchar lo que no esperaba, leer el pensamiento que me sacude, que me cuestiona, que interroga y socava los cimientos mismos de mis convicciones. Me atrae la lectura sin contemplaciones, sin demagogia intelectual, que no dice lo que se espera que sea dicho. Me atrae el escritor/pensador que no habla para que nos sintamos bien. Esos autores siempre son bienvenidos a mi casa, los otros vayan, sé que se preocuparon bastante por tener quienes les den cobijo.