viernes, 21 de mayo de 2010

Escrito el 15 de enero de 2008.

Encuentro entre archivos un texto escrito hace casi dos años y medio, me impresiona cierta vigencia de lo que ahí se expone.


Estoy en esos momentos en que los deseos se vuelven perentorios, urgentes, donde no hay sino deseo de lo que no esta y solo puede ser deseado como algo que debe estar en este mismo instante.

estoy en esos momentos en que esa dinámica del ansia, de la necesidad urgida, insoportable, se expande.

Son como virus. Tienen tiempos de maduración, pasan por diferentes zonas, pero lo que ayer eran un montón de conclusiones bastante precisas hoy son solo ruinas, moles de certezas resquebrajadas por una angustia copiosa, como una lluvia fina que no cesa nunca, carencia plena.

Se trata de algo que fluye en mi interior, que se ramifica y se contrae insesantemente. Que en mi primer momento de conciencia inevitablemente irrumpe con violencia y dramatismo exagerado, como para asegurarse el impacto.

Este dolor corrosivo, infantil, invasivo, incesante, que se apodera de buena parte de mi organismo, cuan real es? cuanto de mi propio mapa, de mi propia geografía se define en el recorrido de esta pena?