jueves, 28 de octubre de 2010

Este país y el otro


Me siento parte, me siento incluído en esta multitud dolorida, emocionada. Se me inundan de lágrimas los ojos cuando veo por televisión la gente pasar ante el féretro. Me conmueve intensamente el fervor de jóvenes, de viejitas, de hombres grandes, rústicos con lágrimas en los ojos que buscan establecer contacto con Cristina. Me siento parte de este país. Hago un esfuerzo para entender a los que no se sienten tocados por este momento, me cuesta pero acepto que para ellos esta situación sea ajena, distante, insípida, quizás la ven exagerada o basada en irrealidades. Otra vez como en otros tiempos se me aparece la idea de que hay otro país, de corazones más duros, de sensibilidades más frías, que ante la muchedumbre emocionada, ante los pobres amontonados en hileras interminables sienten rechazo por no decir asco. Habrá que hacer un esfuerzo por compatibilizar esas diferencias. Habrá que encontrar en ellos virtudes que nosotros, los que hoy lloramos, los que hoy estamos dolidos, los que sentimos el irrefrenable impulso de alentar a la Presidenta no tenemos. Habrá que hacerlo para escribir esta vez una historia diferente. Pero eso sí, ellos, los que nos miran distantes deberán aceptar que lo que estamos viviendo es legítimo, intenso y genuino. Que no vengan con que la gente que fue estaba paga, que las llevaron en los micros, que pasaron listas. Ellos también tendrán que revisar sus versiones y su mirada sobre nosotros.

Qué hubiera hecho yo el 17 de octubre


Como muchos, suelo reflexionar preocupado acerca de la crisis de los proyectos colectivos, de la posibilidad de recomponer identidades comunes. Estudié en la UBA. Compartí furibundas críticas al impresentable peronismo por rigurosos discursos de izquierda e intelectuales de alta calificación. Llegué a preguntarme qué hubiera hecho yo el 17 de octubre de 1945, de qué lado hubiera estado. Esta noche estuve en la plaza con mi hija. Caminando entre la gente, autoconvocada espontáneamente. En medio de esa manifestación popular, sentí que el pueblo recuperaba vigencia, protagonismo. Quizás sea eso lo que me mantiene identificado con el peronismo después de tantos años, errores, contradicciones y otras flaquezas. El peronismo siempre reaviva la acción popular, siempre habilita la posibilidad de una épica, nos abre un espacio dramático de protagonismo, nos confronta con la posibilidad concreta de un destino común, nos interpela intensamente como país. Es la única identidad política que tiene esas condiciones en Argentina. Los políticos radicales con su nobleza, su jerarquía discutible o no, se mueren de viejos, retirados, cansados. Eva, El General, Néstor se van luchando, nos dejan la antorcha encendida y eso nos convoca. Hoy, de nuevo la historia recupera intensidad, incertidumbre, épica. Me da la impresión de estar otra vez ante una instancia singular, dramática, intensa. Me siento parte de este proceso colectivo. Encuentro que el pueblo, ese que no podría existir por la invasión mediática, las brechas tecnológicas, la exclusión expansiva y otras claves de este tiempo, el pueblo renace en el desafío dramático de esta circunstancia. Hoy, ante esta situación encuentro la respuesta práctica a aquél interrogante, resignificado en el presente: Aguante Cristina, a continuar gobernando y liderando el proceso de reconstrucción del Estado. El pueblo te va a acompañar.

martes, 26 de octubre de 2010

La tierra sin humanos


http://video.google.com/videoplay?docid=-4681806895944018769#

La tierra sin humanos es una producción de History Channell. Parte de una premisa clara: Qué pasaría en la Tierra si desaparecen los humanos? A partir de ahí se formulan una gama de preguntas muy amplia y el relato se construye respondiéndolas. Es un documental hipotético, es decir muestra una realidad posible pero que no existe en la actualidad. Es un documental sobre un futuro posible, una especie de reflexión en torno al apocalípsis. Elude el no despreciable problema de explicar las causas de la desaparición de la especie, pero también es cierto que esa posibilidad para muchos ya no es un disparate. La secuencia de la suerte de las mascotas, en particular los perros, cuando no estén los humanos es desoladora.

martes, 19 de octubre de 2010

Gorilismo recargado


Dijo Mauricio Macri: "Los argentinos pagamos a los 70.000 que el viernes no fueron a trabajar". La frase es de un gorilismo que hace mucho tiempo no escuchaba por parte de un dirigente político. La operación discursiva es de una violencia contundente y estremecedora. Aquí no se trata de administrar una identidad política, de fijar una posición ideológica, de sostener algunos valores en contraposición de otros. El Jefe de Gobierno porteño establece un nosotros a quienes define como "los argentinos" y sin otro detalle que el establecimiento de la cifra, el número, habla de los otros, como si esos no solo no fueran argentinos sino aquellos a quienes no los define otro rasgo notorio más que el volumen, la cantidad.
No solo la discriminación es de una agresividad neofascista barata, sino que además intenta desde su posición de muchacho bien, de hombre integrante de núcleos refinados (de esos donde encontró a su nueva y bella mujer) delimitar e identificar a los argentinos, que no van a concentraciones, no recuerdan ni celebran hechos que mejor olvidar. Con su moral de platinada que pide bala, con su melancólica reminiscencia dictatorial que invariablemente criminaliza toda acción sindical, este eterno adolescente poseído por una gorda bienuda que habla a través de él se perfila como uno de los más definidos candidatos de la derecha vernácula. Yo, aclaro, no lo voy a votar.