lunes, 11 de agosto de 2014

Sensibilidad y época


Ayer intenté hacerle escuchar un par de temas del disco Vendiendo Inglaterra por una Libra a mi hija. Le interesó un poco pero no mucho. Me quedé pensando un poco en eso. Está claro que se trata de una música que ya no se hace. Podría arrancar con la cuestión de que esa era música, que ya no hay músicos como esos pero no creo en esos argumentos.
Es cierto, se trata de una música estructurada, pensada en términos orquestales. No sólo los arreglos lo son, sino también el armado de los temas tiene una concepción compositiva mucho más relacionada con la música clásica, con las obras de autores como Ravel, Stravinsky, Bartok, Brahms que con los diseños de la música popular. Si bien no era toda la música de rock que se hacía (los Rolling decían "es solo rock'n'roll pero me gusta"), se trataba de una música de mucha aceptación (me acuerdo que la revista Pelo decretaba The lamb lies down on Broadway albúm del año allá por el '75).
Pienso en los que crecimos escuchando este tipo de música, en la capacidad para prestarle atención a piezas de varios minutos en los que solo se combinaban sonidos (volví a escuchar después de mucho tiempo a la Mahavishnu, temas de once minutos sin letras). Pienso en la sensibilidad que desarrollábamos. Se me cruza la idea de la acción de los mercados, del formateo de géneros que las compañias y las estrategias de marketing sostienen para asegurarse una organización comercial óptima en términos de generación de ingresos.
Apunto también las legítimas reacciones estéticas ante esta corriente sobre todo el movimiento punk que se afirmó en la música hecha con dos o tres acordes, afirmándose en la "actitud de vida" como esencia del rock. Reconozco que los argumentos en contra de la densidad de esa música progresiva compleja y extensa tengan muchas veces puntos válidos.
A veces dudo que se pueda hacer una historia de la sensibilidad, de los modos de percibir, de emocionarse y a la vez creo que se trata de un aspecto de la experiencia colectiva que se va transformando de modos complejos e imperceptibles pero con implicancias decisivas inclusive en las formas que cobra la dominación.
Yo he vuelto a disfrutar de una música que forjó una parte de mi identidad, no puedo negar que algo de mí se halla en esos largos temas, si se quiere pretenciosos pero de hermosos momentos.