lunes, 16 de agosto de 2021

Los usos del esfuerzo

Pequeña crónica con algo de pretensión: la reiterada voluntad de que algo de lo vivido en primera persona adquiere una condición significativa, algún nivel simbólico que traspasa la mera autobiografía.
Primer momento. Por casa pasan pibes, pibas, mujeres y hombres solos o junto a sus niños, bebés portando carritos o algún otro transporte pidiendo "algo" que los ayude. Algunos ocasionalmente, otros con regularidad, Carlos, a lo sumo 25 años, pasa cada tanto. Me avivo: podría llevarse un escritorio muy lindo, de estilo, madera maciza, en más que buenas condiciones; si bien podría venderlo por la web y sacar unos cuantos mangos (3, 4, 5 lucas? ni idea) prefiero entregarlo y ayudar. Pasá y miralo. Le parece bien, puede llevarlo pero ya tiene cosas juntadas y el mamotreto requiere toda la capacidad del carro. Al salir, dos patrulleros estacionados en la puerta de casa. Alguien llamó asustado. Explico la situación, le piden documentos y todo concluye (para otro día el tema alarmas, "presencias peligrosas" en el barrio, el accionar de las fuerzas de seguridad, formas y fundamentos de los miedos sociales). Quedamos para el día siguiente, Carlos no aparece.
Segundo momento. Días después me estaba yendo a dar unas vueltas en bici y lo cruzo. Reclamo cordial, retorno y lo ayudo a cargar el mueble macizo Entra justo, justo. Se la banca eh! Carro corajudo. Pienso que tendrá que transportarlo como 40 cuadras hasta su casa y me estremece tanto esfuerzo. Conversamos acerca del usufructo. Lo puede cambiar por bici, trabajar en repartos y hacer una moneda diaria. Nos despedimos.
Tercer momento. A la semana pasa, es así, una especie de relación que algunos etiquetan como dependencia pero a mi no me molesta, si se puede se ayuda. Le pregunto por el destino de la donación, voy más allá, indago si ya lo vendió (al verlo me di cuenta que albergaba la ilusión de haber contribuido a su "progreso" y que ya no lo vería con el carro, que ya sería un "pibe delivery") y me dice "No! Mi señora no me dejó venderlo, se lo quiso quedar para la nena". Sonreí, alguna chanza acerca de quien manda en casa, despedida.
Cierre. Los pedagogos del esfuerzo y el sacrificio seguramente condenarán la postergación, la renuncia a la "oportunidad" de progresar que la ofrenda habilitaba (admito que algo de esa lógica anidó en mí y en el anhelo de que Carlos ya fuera un emprendedor del reparto). Diagnósitcos  tranquilizadores: "están así porque quieren", "le diste un pequeño capital para progresar y lo desaprovecha" y el repertorio sigue con variantes ominosas.
Siguiendo pensamientos de lúcidos compañeros sugiero que aún quienes viven de salir a juntar cosas con un carro conservan el deseo de un hábitat agradable, de rodearse de objetos nobles, de calidad. La "patrona" sacó al escritorio del mercadeo de la necesidad y lo incorporó al régimen del bienestar cotidiano. La predisposición al esfuerzo poco sentido tendrá si se pierde la de gozar. Lo dejo ahí, por ahora.

viernes, 30 de julio de 2021

Arrepentimiento esencial

 Por ahí porque cuando leo novelas muy buenas (Poeta chileno sin dudas lo es) entro como en un estado de embriaguez discursiva (?) pero también porque hace poco murió Palo Pandolfo y entonces volvieron recuerdos compartidos y entonces se me apareció de nuevo la situación completamente marginal a esa experiencia que ocurrió en el viaje a la Costa que quiero exponer, pero también porque habiendo otros motivos dolorosos que no vienen a cuento, me vienen ganas de hacer una especie de confesión de esas que no buscan el perdón sino más bien el escarnio, la desaprobación pública; es que decidí casi sin meditación alguna volcar esta anécdota ominosa que encierra en mí algo esencial del arrepentimiento, al menos tal como se aloja en mí.

1993. Las fechas se podrían precisar con detalle porque un muy muy amigo en esos días se estaba casando en la misma Gesell adónde estábamos yendo para filmar el clip del tema Playas Oscuras de Los Visitantes. Regatta rojo. En la "avanzada" íbamos seguro la que era entonces mi esposa Clauda y Oski, creo que alguien más venía pero la verdad no lo recuerdo. Ruta 2. Parada entonces obligada en la mítica Atalaya. Café y medias lunas. Hasta ahí todo bien. Cuando estamos saliendo, quizás antes pero seguro en esa caminata desde la mesa hasta la puerta de salida reparo que muy orondo sentado en una mesa disfrutando de su café y medialunas estaba sentado Galtieri, el indultado general, el que antes de Malvinas, bueno es recordarlo, condujo la masacre contra la, también necesito decirlo, demencial operacion Contraofensiva de Montoneros, el que sin dudas fue un actor calificado de todo el terrorismo de estado. ¿Cuántas más aberraciones puedo enumerar de ese ser despreciable, criminal, cobarde, aberrante? Me gustaría trasladar al texto lo que le está pasando a mi cuerpo en este mismo momento al evocarlo.

Lo que jamás me perdonaré, jamás podré asimilar sin indignarme, sin en suma sentir en toda su esencia la experiencia del arrepentimiento es haber sido cómplice de ese burdo y descarado momento, que también era una época, de impunidad. Hoy, en este mismo momento me pregunto cómo no me levante o como no detuve mi partida del lugar y por lo menos no le tiré el café en la cara y le exigí que se fuera del lugar donde estabamos los demás, cómo no le hice sentir que su impunidad no llegaba hasta el lugar donde habitamos los que tenemos memoria y dignidad, como no le hice sentir aunque sea una misera condena de un café en la ropa y un echarlo de un bar en la ruta? No me absuelve en lo más mínimo el "clima de época" (al fin y al cabo en el lugar había bastante gente y el tipo no había recurrido a ningún artilugio que lo camuflara), tampoco el objetivo prioritario del viaje, tampoco el posterior y reparardor juicio y condena que recayó hasta el fin de sus miserables días. 

Quizás la memoria de Palo no merezca esta evocación, poeta, generoso y humilde (que más se puede decir para homenajear a alguien?). Lo cierto es que ese día queda en mi recuerdo como un momento indigno del que no quiero desprenderme no por autoflagelación sino más bien por prevención, por mantener una especie de alerta. Dicen que la vida siempre da una segunda oportunidad.

domingo, 18 de abril de 2021

Telebtividad

La época del Humanismo nacional-burgués llegó a su fin porque el arte de escribir cartas inspiradoras de amor a una nación de amigos, aun cuando adquirió un carácter profesional, no fue ya suficiente para anudar un vínculo telecomunicativo entre los habitantes de la moderna sociedad de masas. Por el establecimiento mediático de la cultura de masas en el Primer Mundo en 1918 con la radio, y tras 1945 con la televisión, y aun más por medio de las revoluciones de redes actuales, la coexistencia de las personas en las sociedades del presente se ha vuelto a establecer sobre nuevas bases.  SLOTERDIJK, Peter, “Normas para el Parque Humano. Una Respuesta a la 'Carta sobre el Humanismo'”, (Trad. Teresa Rocha Barco); Madrid; Siruela; 
Me pensé deambulando por las redes. Algo de lo que vi me retrotrajo a la experiencia de ver tevisión pero con una exacerbación de la lógica del zapping.
Produciendo itinerarios, recorriendo territorios, ámbitos, zonas, "canales".
Estaba consumiendo tiempo en la certeza de que seguramente tenía algo nuevo, algo no visto, algo con que indignarme, reirme, emocionarme, enternecerme, asquearme, desagradarme, aterciopelarme, rockearme, divertirme, embadurnarme, compadecerme, enaltecerme y sigue la lista de reflexivos. Consumiendo Me.
Oficiando un poco de Magnetto de mi soledad. Dueño de un multimedios que decide que inyectarle a cerebro, ojos, pubis, no se bien a que parte de mi anatomía, seguro tendré muchas opciones, muchas variantes, mucas texturas, sonoridades, gramáticas.
Esto es el presente. Una multimediatización de la vida. Sentado ante una pantalla infinita, inmersiva, abismal.
Y eso que mis tecnologías son precarias, casi vetustas a esta altura de la movida.
Lo mismo con unos lentes virtual reality sabes que?
Con un 5.1? Alto vuelo amigo.
Es así nomás, todo en las manos, en el mouse, teclado, pantalla y wi fi, aunque sea medio pelo.
Programación infinita.
Qué es esto? decía uno cuando pasó el peronismo.
Y ahora? Que me contursi? Puedo morir frente a la pantalla sin siquiera pestañear un segundo asi pasen cincuenta años. Literal. No es joda.
Contenidos no me van a faltar.
Pensar algo fuera del entretenimiento será lo imposible?
Me impresiona, El acceso, la disponibilidad, la frecuencia.
El silencio, la pausa, la página en blanco, el viento y el río ondulante.