Reescribo una vez más un listado de tareas que probablemente queden solo aquí enunciadas.
1 Escribir una Crítica de la Razón Mediática. Algo así como una fenomenología del accionar mediático, seguro se está haciendo pero por ahí no está conectándose suficientemente con las dinámicas del poder, de la construcción de sentido. Como el dispositivo (soy conciente del riesgo que supone esta categoría) mediático reemplaza, desplaza o al menos relega al dispositivo educativo. Cómo la lógica mediática exige repensar las categorías de ideología, sujeto, conciencia, realidad.
2 Iniciar una reflexión casi terapéutica y sistemática acerca del concepto, futuro, posibilidades, sentido, utilidad, opertaoria de ese dispositivo que llamamos Nación. Digo terapéutica porque necesito pensar qué comparto con muchos "compatriotas" a los que escucho y veo realizando actos que me resultan abominables, repudiables, ominosos que me generan un rechazo radical, absolutamente contundente, una sensación de ajenidad imprescindible, tajante. Entonces se abren las preguntas: ¿Qué posibilidades mantiene ese significante de albergar, identificar, contener, proveer, generar, inspirar, hermanar, emocionar, hacer prosperar, ilusionar, enorgullecer y otras acciones más que se me van a seguir ocurriendo? ¿Serán en cambio los fatales escenarios en los que lidiamos unos contra otros una batalla que sino fuera por la existencia de ese significante Nación no sabríamos bien como darla?
3 Denunciar con métodos impactantes que la mayoría de los conceptos que se manejan en el discurso político propio y ajeno son fósiles o peor aún espectros sin vida, fantasmas del pasado. Primero tendría que desarrollar lo mejor posible la fundamentación pero no de manera muy extensa y más bien espetar ejemplos que los hay de sobra. Soberanía, estado, legitimidad, democracia, desarrollo, industrialización, progreso, bienestar, crecimiento, autonomía, división de poderes, república, seguro voy a encontrar otros pero esta lista de movida da para bastante.
Con estos tres tengo bastante por ahora.
5 comentarios:
Las tres tareas son en realidad la misma. Foucault plantea un concepto interesante, el del biopoder. Negri (el que no es Mario) hace una mirada desde el marxismo que, para mí, es superadora.
En fin, creo que las tres tareas están completamente con la noción de biopoder pero más ampliamente que la reducción ideológica de explotado y el explotador.
Espero se entienda. La claridad es un problema de los no académicos cuando intentamos entrar en una discusión académica. Pero bueno, ese es otro desafío, la democratización de la academia (que no es Racing)-
Muy Buenas citas señor no académico! Seguramente guardan relación aunque por ahí y siguiendo al famoso Jack pensaba que ir por partes podía llegar a ser fructífero. Uste que dice don Orson?
Habría que pensar si hay una Razón Mediática o esa razón se resume en un interés. Si hubiera una razón mediática seguramente sería una razón comunicativa y ahí lo tenemos a Habermas quien algo escribió al respecto. Es más interesante, para mí, hacer una crítica, entendida como análisis, del interés mediático por lo menos desde los inicios del siglo XX. Karl Krause, el editor de La Antorcha (Dier Fackel) inició este camino hasta que se aburrió. Básicamente, una critica del interes mediático, y no ya solamente de su razón, no se sostiene por fuera de un análisis del poder. Desde el mismo momento que la razón comunicativa se planteo dentro del campo del poder, se traicionó a sí misma. Me gusta más tu idea, de esas que nunca vas a llevar a cabo según tus propias palabras, de realizar una una fenomenología de la comunicación de masas articulada con los intereses antidemocrático. La espero.
Las reflexiones sobre la Nación, corren el peligro de quedar desactualizadas justo en el mismo momento en que las estamos haciendo. Una Nación es una “comunidad imaginada” al decir de uno de los dos Anderson (Benedict) y, como tal, su existencia es ficticia, irreal en los terminos de una realidad concreta. Hay Nación porque hay lenguaje y literatura, y es tan así, que la Nación primero se configura en el campo cultural —sobre todo en la literatura y en el cancionero popular— que en el campo de la política. Por eso, digo, hay tantos concepto de Nación como connacionales y se ha prostituido tanto el término, sobre todo despues del fascismo, que habría que o bien redefinirlo o perfilarlo de alguna manera. La Nación no se puede entender sin la nacionalidad o sin el aporte de un sentimiento comunitario, y como la comunidad es reducida, se corre algún riesgo.
Sí, son fósiles porque son representaciones. El mundo político, como todo el mundo cabe aclarar, no se nos puede presentar de otra manera que no sea bajo su forma fenoménica. Platón y Kant, que bien lo sabían, llegaron a intuir, nunca a creer realmente, que podría haber algo más allá, eso que el alemán llamó “la cosa en sí” para designar lo que el griego denominó el nóumeno y que podríamos simplificar, aceptando el riesgo de toda simplificación, como esencia, substancia, etc. Las representaciones se inscriben en un sistema representacional compartido, y en el devenir de su institucionalización, no está exenta ni la tensión ni la armonía por eso las palabras que elegiste para ejemplificar tu desazón y tu bronca admiten cierta elasticidad semántica; la representación república no designa lo mismo para aquellos/as que se benefician de los espectros que para aquellos/as que luchan por sus derechos. Sí, las palabras son fantasmas, espectros que surcan los mares tenebrosos del pensar y esperamos que al menos en algun momento, puedan atracar en algún lugar seguro.
Estoy pensando si poner el comentario que hiciste Fugaz como un artículo en sí mismo. Me quedo pensando, con la lentitud que merecen tus palabras.
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